En el mundo hay dos clases de personas: Por una parte, existen los afortunados que, pase lo que pase, siempre son capaces de dormir largo y tendido. No importa lo que hagan, ni qué hayan tomado antes de acostarse, ni si están o no cansados o preocupados por algún asunto... Cuando se acerca la hora de acostarse, solo tienen que seguir un ritual para caer en los brazos de Morfeo: cerrar los ojos.
Y en el lado opuesto nos encontramos los que andamos acelerados, sumidos en la alta velocidad de nuestro día a día y siempre acompañados de la angustiosa sensación de “no llegar a todo”. Esos que tenemos un cerebro tan hiperactivo al que cualquier nimiedad le sirve de excusa para asaltarnos a altas horas de la madrugada y recordarnos que tenemos una larguísima lista de cosas que hacer entre las cuales, ahora mismo, no se encuentra dormir (o, al menos, no entre las primeras).
Sí, hablamos de los millones de personas del mundo que sufrimos insomnio y/o ansiedad (o una mezcla de ambas). Lo más divertido del asunto es que, a menudo, los primeros suelen tomar café, té y otras bebidas estimulantes pocas horas antes de acostarse. Y que, cuando alguien les pregunta asombrado:
«Pero ¿¡cómo consigues dormir tomando café a las 21h!?»
Simplemente le responden con un irónico y casi ofensivo (especialmente para aquellos a los que nos encantaría poder saborear un delicioso té rojo a las 7 PM sin tener que sacrificar una noche de sueño por ello):
«Pues es tan fácil como cerrar los ojos y dormir».
¡Vaya, gracias por el sabio consejo! ¿Así que basta con cerrar los ojos? Lo tendré en cuenta esta noche, cuando el insomnio venga a visitarme por tercera vez esta semana… (nótese la ironía en esta afirmación).
Si estas palabras han resonado contigo y te gustaría saber qué hay de cierto en la relación entre el consumo de té y el insomnio y/o la ansiedad, te recomendamos que sigas leyendo este artículo.
¿Por qué la cafeína no me deja dormir?
Probablemente ya sepas que la cafeína es una sustancia cuyo efecto principal es estimular el sistema nervioso central. Por este motivo, cuando nos tomamos un café por la mañana, rápidamente sentimos esa agradable sensación de despertar que, además, suele venir acompañada de un impulso de energía y de un vigoroso “¡Hoy puedo con todo!”.
Si bien la cafeína tiene numerosos efectos beneficiosos para la salud, su principal inconveniente es la facilidad con la que podemos desarrollar tolerancia hacia ella.
Y el peligroso círculo vicioso en el que solemos entrar cuando desarrollamos esta tolerancia puede resumirse de este modo:
Café ➡ Energía y otros efectos positivos de la cafeína ➡ Depleción de energía ➡ Necesidad de más café ➡ Tomar (más) café ➡ Efectos adversos de la cafeína.
Por este motivo, se recomienda a la población general no superar el límite máximo de 400 mg de cafeína al día. Y basta con cuatro tazas de café, 10 latas de cola o dos bebidas energéticas para alcanzar esta cantidad. Sin embargo, las personas que sufren insomnio o ansiedad, algunas enfermedades cardiovasculares o que simplemente son muy sensibles a los efectos de la cafeína, deberían reducir al máximo su consumo o, cuando menos, buscar una fuente alternativa que resulte menos agresiva.
Y es justo aquí cuando interviene nuestro querido té, siempre dispuesto a ofrecernos una solución a cada uno de nuestros problemas. Mientras una taza de café de ocho onzas puede llegar a contener 200 mg de cafeína, la misma cantidad de té contiene entre 14 y 60 mg.
Entonces, ¿el té no produce insomnio?
En primer lugar, conviene aclarar que estamos haciendo referencia al té (Camellia sinensis) y no a las tisanas o infusiones en general. Estas últimas no contienen nada de cafeína y, por lo tanto, no provocan ansiedad ni insomnio; de hecho, muchas de ellas (como la tila, la melisa o la valeriana) tienen propiedades relajantes o sedantes.
Pero, yendo un poco más allá, en términos generales, el té (Camellia sinensis) tampoco causa insomnio ni ansiedad a pesar de que sí contiene cafeína. Y esto es debido a dos razones.
El té es un estimulante muy suave
El nivel de cafeína del té es considerablemente más bajo que el del café y, además, el cuerpo la absorbe de un modo mucho más lento y gradual.
Por ello, tomar un té por la mañana te ayudará a despertar y te proporcionará energía, pero no te dará esa sensación de “subidón” tan brusca que te aporta café.
La L-teanina, esa desconocida
Algunos tipos de tés, como el té verde o el té negro, contienen un aminoácido llamado L-teanina que tiene la capacidad de regular ciertas hormonas del cerebro, como la serotonina, la dopamina y el cortisol. Todas estas sustancias se relacionan con el estado de ánimo, el sueño, el bienestar y la resistencia al estrés.
La pequeña cantidad de cafeína que contiene el té se ve “contrarrestada” por el efecto relajante de la L-teanina. En efecto, la cafeína y la L-teanina son muy buenas compañeras entre sí. Combinadas, mejoran tu capacidad cognitiva, tu atención y tu memoria, aportándote un agradable estado de vigilia sin provocarte ansiedad ni agitación.
¿Y tú, de qué bando eres?
Tanto si puedes dormir como un tronco como si tienes que hacer malabarismos para lograr pegar ojo, te recomendamos que compruebes por ti mismo la diferencia entre los efectos del café y los del té.
Es una cuestión de gustos. Ambos son excelentes compañeros de vida. De hecho, muchas personas eligen tomar tanto té como café en su día a día (y esa es una sabia decisión). Tal vez en función del momento, de la situación o de las necesidades personales de cada uno, sea más adecuado elegir uno u otro, pero… ¿Con cuál de los dos te quedas tú? ¿Café, té, o una combinación de ambos?